LOS MAPAS EN LA ENSEÑANZA DE LA HISTORIA



Los mapas en la enseñanza de la historia

Indicaciones al docente

El uso del lenguaje cartográfico es vital para comunicar las más diversas situaciones históricas. La cartografía histórica permite comunicar situaciones factuales o conceptuales. En un mapa podemos concretar la ubicación espacial de un hecho o realidad histórica (puente aéreo durante el bloqueo de Berlín) o los más diversos conceptos o sistemas conceptuales (Extensión de la órbita soviética, Alianza Atlántica, Pacto de Varsovia, etc.). A este tipo de cartografía se denomina “cartografía histórica intencional”.

Para explotar las potencialidades didácticas de este tipo de cartografía el docente debe instar al alumno a aprender a leer y ejecutar la simbología. Generalmente la cartografía histórica se utiliza para lograr obtener una imagen espacial de los hechos históricos analizados o bien como introducción para comenzar el tratamiento de un tema.

El alumno debe fijar su atención en los siguientes elementos: título, espacio geográfico, colores usados, símbolos. Luego debe leer correctamente la leyenda incorporada en el mapa, decifrando su significad y fijandose en la distribución de tales elemntos en el mapa. Cuando hablamos de mapas históricos, el alumno debe tener presente que para lograr comprender el contenido del mapa debe también apoyarse en información anexa (libros, internet, enciclopedias) que le ayuden a conocer el proceso señalado en el mapa.
Explicación histórica del contenido del mapa

En el mapa se representan simultáneamente varios acontecimientos cruciales que afectaron a Alemania durante la Guerra Fría. En el mapa se encuentra representada la división cuatripartita de Alemania y Berlín tras la Segunda Guerra Mundial, las rutas seguidas por los aviones occidentales durante el bloqueo de Berlín entre 1948-1949 y también la línea divisoria de Berlín, concretada en 1961 con el Muro que parte a la ciudad en dos.

A continuación se exponen los antecedentes históricos que explican la división de Berlín y la primera crisis de la Guerra Fría, es decir el Bloqueo de Berlín.

Los antecedentes: La división de Alemania y Berlín en zonas de ocupación

La crisis de Berlín fue el primer gran conflicto de la Guerra Fría. Para comprenderlo, en primer lugar explicaremos la situación política en que se encontraba Berlín en 1948. Los acuerdos interaliados, habían estipulado que la antigua capital del Reich, así como el resto de Alemania sería ocupada y administrada provisionalmente por las tropas aliadas. En efecto, en el Comunicado Final de la Conferencia de Yalta, el 11 de febrero de 1945, se establecía la partición de Alemania y Berlín, atribuyéndose las zonas de ocupación según avance de las tropas aliadas en territorio alemán. En este punto es preciso destacar la incorporación de Francia en el reparto de las zonas de ocupación. Si bien es cierto, Francia no había sido invitada a la Conferencia, finalmente fue contemplada por los líderes Aliados, Churchill, Roosevelt y Stalin, como uno de los países vencedores, que merecía y debía hacerse cargo del futuro de Alemania. Respecto de este punto, Charles Zorgbibe señala que si bien la Francia de De Gaulle había sido excluida de la Conferencia Interaliada, principalmente porque Roosevelt no reconocía la total legitimidad del gobierno establecido en ese país, la alusión a las zonas de ocupación llevó a los líderes aliados a tratar sobre el papel de Francia en Alemania. Churchill deseaba atribuir una zona de ocupación a Francia, que sería constituida a partir de las zonas americana y británica; Stalin desaprobó la idea, pero cedió cuando Roosevelt intervino a favor de la propuesta de Churchill, sosteniendo que “las fuerzas americanas no podrán permanecer más de dos años en Europa… Gran Bretaña no puede asumir sola el esfuerzo de ocupación”.[1]
La Conferencia de Potsdam celebrada entre el 17 de junio y el 2 de agosto de 1945, ratificó la partición de Alemania entre las cuatro potencias vencedoras. Berlín no era considerado parte de Alemania, ni de la occidental ni de la oriental, sino que se encontraba oficialmente bajo el régimen de las cuatro aliados victoriosos de la Segunda Guerra Mundial. Los soviéticos ocupaban un gran sector de la parte oriental de la ciudad, los norteamericanos tenían un sector en el sur, los británicos en el oeste y los franceses en el norte. En estas circunstancias, Berlín había sido dividida en cuatro zonas de ocupación y se hallaba situada en el corazón de la zona de ocupación soviética.

En el mapa que se presenta a continuación se puede apreciar claramente a situación en que Alemania y en particular Berlín habían quedado tras la Segunda Guerra Mundial. Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia se hicieron cargo de la ocupación de la Alemania Occidental; mientras que la Unión Soviética ocupó la oriental. En este punto debemos recordar la situación de Polonia frente a los territorios alemanes. Este país extendió su frontera hacia el oeste sobre territorio alemán, pero no como país ocupante, sino que concretamente se produjo el desplazamiento de su frontera. El ensanchamiento de la frontera polaca esta reflejado en el mapa con el color amarillo. Esta frontera fue establecida en 1945, la demarcación sigue los ríos Oder y el Neisse occidental desde el mar Báltico hasta la entonces frontera checoslovaca. Esta nueva frontera venía a compensar a Polonia por sus pérdidas en el este en beneficio de la URSS (línea Curzon).[2] Los aliados occidentales con reticencias aceptaron en Yalta y Potsdam esta nueva frontera de forma provisional hasta que se firmara un tratado de paz con Alemania.

Como se puede ver, Berlín se hallaba en medio de la zona de ocupación soviética. En la ciudad también se manifiesta la misma distribución de ocupación, es decir, el área oriental de la ciudad fue atribuida a la Unión Soviética, mientras que la occidental fue repartida entre Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos.


El Bloqueo de Berlín y el Puente aéreo: 1948-1949

Las crecientes discrepancias entre los antiguos aliados hicieron de la cuestión de Berlín uno de los temas clave de la guerra fría. Abandonadas las negociaciones para acordar un status político común a la Alemania ocupada tras el fracaso de la Conferencia de Londres en 1947, los representantes de EE.UU., Gran Bretaña y Francia se reunieron y acordaron los Acuerdos de Londres (abril-junio de 1948) para iniciar un proceso constituyente en sus zonas de ocupación.
El 18 de junio de 1948, los aliados occidentales dieron un paso más creando una nueva moneda para sus zonas de ocupación: el Deutschemark. Los soviéticos reaccionaron aplicando una reforma en su zona en la que incluyeron a la ciudad de Berlín, a la que consideraban parte integrante de la zona soviética. Cuando los occidentales trataron de introducir el Deutschemark en sus zonas de ocupación de Berlín, las protestas soviéticas se tornaron en actos: se inició el “Bloqueo de Berlín”. Mediante la interrupción de toda comunicación terrestre entre las zonas de ocupación occidentales y Berlín occidental. Como señala Charles Zorgbibe, el 24 de junio, con el pretexto de restaurar algunos puentes sobre el Elba, queda suspendida la circulación en la autopista, los ferrocarriles y los canales que unían Berlín con la Alemania del oeste.[3] El factor principal que permitió que se llevara a cabo el bloqueo de Berlín por parte de la Unión soviética estuvo dado, esencialmente a partir del hecho que entre las cuatro potencias ocupantes nunca se habían negociado acuerdos acerca del acceso a Berlín, no se habían convenido explícitamente los mecanismos de paso[4].
Según la perspectiva soviética, las razones del bloqueo se explican esencialmente a partir de la conducta de las potencias occidentales, al poner fin a los acuerdos de Potsdam, referidos al control cuatripartito de Alemania. Esta situación se habría manifestado en la aplicación de la reforma monetaria llevada a cabo separadamente en junio de 1948. “El 20 de junio se anunció inesperadamente la reforma monetaria separada en las tres zonas occidentales, preparada secretamente. Los viejos marcos alemanes, desvalorizados fluyeron inmediatamente a Alemania Oriental, creando el peligro de causar enorme daño a la economía de esta zona. Ante ello las autoridades soviéticas tuvieron que adoptar medidas urgentes. Con el objeto de cerrar el paso a los especuladores se instauró el control de mercancías y viajeros procedentes de Alemania Occidental. La administración miliar soviética dispuso que se le encargara de todo el abastecimiento de Berlín Occidental, en lo que a víveres se refería, para que la población no sufriera privaciones. Pero las autoridades de ocupación occidental se opusieron a ello”.[5]

Desde esta perspectiva, “el puente aéreo” organizado por los Estados Unidos habría sido una mera maquinaria propagandística, ya que era innecesario, pues, la Unión Soviética había estado presta a ofrecer el abastecimiento al Berlín Occidental.
Ante el bloqueo de Berlín la reacción occidental no se hizo esperar. Los norteamericanos, con una pequeña ayuda británica, organizaron un puente aéreo que durante once meses y mediante más 275.000 vuelos consiguió abastecer a la población sitiada. Al mismo tiempo, la Casa Blanca hacía saber al Kremlin que no dudaría en usar la fuerza para hacer respetar los «corredores aéreos» que unían Berlín con la Alemania occidental. En este momento es que la crisis de Berlín se convierte en un típico conflicto de la Guerra Fría. En él, ambas partes midieron su fuerza y decisión. Los soviéticos midieron la voluntad occidental, mientras que los EEUU dieron prueba de firmeza. Rehusaron abandonar Berlín, pero no hicieron ningún gesto directamente agresivo contra la URSS[6]. En efecto, este tipo de ofensivas y reacciones se seguirá repitiendo durante toda la Guerra Fría. Cada una de las partes barajó un conjunto de riesgos calculados, procurando dar pie atrás cada vez que el riesgo de un conflicto abierto y directo estuvo próximo a suscitarse.
El 12 de mayo de 1949, Stalin levantó el bloqueo de Berlín. Pero la división definitiva de la ciudad ya había comenzado a tomar forma. El 8 de mayo de 1949 se adoptó la ley fundamental de la futura República Federal de Alemania. Esta constitución establecía un sistema liberal democrático y contó con el visto bueno de las potencias occidentales. En Septiembre de aquel mismo año, Konrad Adenauer fue elegido su Canciller. Por su parte, la URSS, respondía el 7 de octubre de 1949, con la proclamación de la constitución de la República Democrática de Alemania, un estado creado siguiendo el modelo de las «democracias populares». Terminada la crisis, la indefinición respecto de la autoridad legal acerca del acceso a Berlín siguió siendo igual de indefinida, ya que nunca se llevaron a cabo acuerdos entre las partes.[7]
Esta partición de Alemania era la concreción en el corazón de Europa de la división bipolar del mundo: sólo unos días antes, el 4 de abril de 1949, se firmaba en Washington el Tratado del Atlántico Norte, con el que se emprende el último paso para consolidar los bloques, ahora desde el punto de vista militar.

NOTA
[1] Zorgbibe, Charles, Ob. Cit., Página 24 a 26
[2] Zorgbibe, Charles, OB. Cit., Página 31
[3] Zorgbibe, Charles, Ob. Cit., Página 86
[4] Kissinger, Henry, Ob. Cit., Página 834
[5] Academia de Ciencias de la URSS, Instituto de Historia, Ob. Cit., Página 306
[6] Aracil, Rafael, Ob. Cit., Página 117
[7] Kissinger, Henry, Ob. Cit., Página 834

Acerca de Annyhen

Magíster en Historia, Licenciada en Educación, Profesora de Historia, Geografía y Ciencias Sociales por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Académica de Universidad de Las Américas. Ámbitos actuales de desempeño: Aseguramiento de la Calidad en Docencia Universitaria, diseño curricular, acompañamiento académico, análisis del proceso formativo, evaluación de logro de perfiles de egreso, entre otros.
Esta entrada fue publicada en DIDÁCTICA DE LA HISTORIA. Guarda el enlace permanente.

2 respuestas a LOS MAPAS EN LA ENSEÑANZA DE LA HISTORIA

Deja un comentario