
Chile, 11 de octubre 2020
El Contexto: el 25 de octubre del 2020 los ciudadanos de Chile estamos convocados a definir si se aprueba o rechaza elaborar una nueva carta constitucional. Desde octubre de 2019 se desarrolla en el país una situación de crisis que demanda una serie de cambios y mejoras en el sistema, principalmente en el ámbito de derechos sociales (Ejemplo: salud, educación, pensiones). El detonante o última gota que derramó el vaso fue el alza del pasaje de metro en la región metropolitana ($30)[1], seguido de una serie de mensajes desafortunados por parte de autoridades de gobierno, que no hicieron más que aumentar el malestar y sumar más contingente a la causa[2]. Al principio se desencadenó una serie de protestas estudiantiles que derivaron luego en manifestaciones callejeras, con incendio de varias estaciones de metros, saqueos y destrucción de espacios públicos y privados. Al día de hoy muchas de esas causas están en curso. La situación de crisis se extendió a lo largo de todo Chile y lo que comenzó siendo una protesta estudiantil decantó en una crisis social (revuelta social o revuelta popular), que entre sus principales consecuencias cuenta a su haber un gran número de personas lesionadas, alrededor de 400 de ellas con pérdida total o parcial de visión debido a perdigones utilizados por la fuerza policial entre octubre y diciembre 2019, sumado a un alto número de denuncias por atropello a derechos humanos o uso desmedido de fuera.
La revuelta social, la protesta callejera y la consecuente represión se tomó la escena y el debate público de los últimos meses del 2019. Los líderes políticos de todos los bandos proponían y buscaban alternativas para encauzar la situación hacia caminos institucionales y democráticos. También han estado presente las voces no democráticas que llaman a la renuncia presidencial. El 15 de noviembre de 2019, en un histórico acuerdo entre líderes de gobierno y oposición se pactó la realización de un plebiscito para definir la elaboración de una nueva constitución y las alternativas para emprender la tarea. Desde el mundo político se identificó como opción de salida a la crisis el cambio de constitución. Esto había venido siendo una demanda recurrente de algunos sectores de centro izquierda, y este camino fue el que ganó terreno. El 15 de noviembre se pactó realizar una consulta pública para definir si se cambia o no la carta magna. La actual, si bien sufrió una serie de reformas desde el regreso a la democracia (1990 a la fecha), sigue adoleciendo de su pecado de origen: Constitución elaborada en dictadura militar.
Hoy faltan 14 días para el plebiscito que definirá si nos daremos o no una nueva constitución. Los ánimos están aún crispados y esto se percibe en la calle, en las RRSS y el noticiero. En lo personal lo que me preocupa es la legitimación de la violencia y el discurso del odio. Sabemos cuánto daño pueden provocar estos discursos en las sociedades. Mutilan la democracia y también a los individuos. Toda imagen, consigna, pancarta, polera, bandera que llame al uso de la violencia, la discriminación, la muerte de otro individuo o grupo de individuos es reprochable. Debemos ser firmes en rechazar el discurso y los actos violentos. Justificar unos porque están en el bando propio es abrir el camino a la violencia generalizada.
Nuestro mensaje: La cultura de la violencia y la legitimación de actos, símbolos, palabras violentas no solo dañan la democracia, nos hace mal también de manera individual. Debemos buscar formas que nos permitan avanzar por el camino de la paz y a través del cauce institucionalizado de la democracia.
Decimos NO a la violencia simbólica y real de quienes apelan a señales/símbolos de antaño. No a la represión y no a la destrucción vandálica de cuanto existe. Busquemos y construyamos un mejor Chile, pero salgamos vivos de esa búsqueda.
Estamos ante el tema crítico: ¿hasta donde llega la libertad de expresión? ¿No tiene límites? Pues si los tienes y debemos llegar a acuerdos para vivir y convivir en paz, porque, así como se ve en los fragmentos de noticias que pululan en RRSS, no llegaremos a buen puerto. El proceso constituyente es una oportunidad para avanzar en el fortalecimiento del diálogo democrático y sociedad democrática, con todo lo que ello implica. Se debe acordar también cuáles serán los límites de la libertad de expresión: de todas las partes involucradas. Hasta donde llega el límite de expresar mis ideas. ¿Y si mis ideas dañan a otros? ¿Y si mis ideas y actos nos sólo dañan, sino destruyen a otros? Ahí está la paradoja de los límites de la libertad. Sin límites estamos en la ley de la selva, del más fuerte, del mas bruto y del mas inconsciente. Debemos disponernos a dialogar y acordar fórmulas que nos permitan equilibrar aspectos tales como paz social, orden público, libertad de expresión en contextos donde siempre invariablemente se respeten los derechos humanos y la integridad de las personas y nunca pongamos en riesgo los principios democráticos. No juguemos a abrir la puerta a espacios de represión sistemática, que puedan derivar en dictaduras y atropello de derechos fundamentales.
Que la Historia al menos sirva para reconocer el sentido de vivir en comunidad, de darnos cuenta de los errores y HORRORES que se han cometido por sociedades que han olvidado ubicar en primer orden los principios éticos del respeto del OTRO.
Desde Historia1Imagen decimos NO AL DISCURSO DEL ODIO Y LA VIOLENCIA, de todo odio y de toda violencia.
Consagremos las libertades individuales y colectivas considerando que vivimos en comunidad y en ella prima la diferencia, por tanto debemos ubicar como un bien muy preciado el respeto del OTRO, de sus ideas, de su opinión
Atte,
Historia1Imagen
[1] Considerar que el mensaje que acompaño las protestas fue “no son 30 pesos, son 30 años…”
[2] “Levántense más temprano…” (7.10.19 Ministro de Economía Andrés Fontaine); “esto no prendió…” (16.10.19 Presidente de Metro Clemente Pérez).

