Tuve la oportunidad de participar en una entrevista con mis colegas de Café Digital en Radio U Central, donde abordamos varios temas cruciales sobre la irrupción de la inteligencia artificial (IA) en el ámbito educativo.
Al inicio de la conversación, compartí mi perspectiva sobre cómo la IA ha pasado de ser algo distante, propio de la industria o de especialistas, a una realidad accesible para todos gracias a herramientas como ChatGPT. Esto ha generado una necesidad generalizada de entenderla y experimentarla. Reconocí no ser experta en IA; como muchos, estoy en un proceso de aprendizaje continuo. En esta etapa inicial, me dediqué a entrevistar a distintos usuarios y expertos para comprender su potencial en diversas disciplinas.
Cuando me preguntaron por las oportunidades y tensiones específicas en la educación universitaria, señalé que una de las principales fue la posibilidad, por primera vez, de que personas sin experiencia técnica pudieran acceder y probar la IA. Sin embargo, surgieron preocupaciones iniciales, especialmente el temor al uso indebido por parte de estudiantes.
Entre las inquietudes de los equipos académicos, mencioné que en un comienzo se centraban en el uso de la IA para copiar o presentar como propio el trabajo de otros, con el riesgo adicional de errores, alucinaciones o sesgos. Pero rápidamente la discusión evolucionó: comenzamos a hablar de rediseñar la educación para integrar la IA de manera constructiva, en vez de simplemente prohibirla. La IA ya está presente en la vida de los estudiantes, por lo que el desafío es conocer sus características, reconocer sus límites y establecer responsabilidades éticas a nivel institucional, académico y estudiantil.
Respecto al equilibrio entre innovación pedagógica e integridad académica, compartí que este es un debate activo en todas las instituciones. En la Universidad de Las Américas hemos avanzado generando orientaciones y promoviendo la reflexión al interior de las facultades. Es fundamental aprender a trabajar con la IA y que los usuarios reconozcan cuándo y cómo la utilizan. No se trata de volver al papel y al lápiz, sino de repensar las tareas y la enseñanza en un nuevo contexto. Las instituciones deben establecer lineamientos claros antes de evaluar o sancionar conductas.
Sobre la incorporación de la IA al cuerpo académico, planteé que no basta con ofrecer espacios voluntarios de capacitación. La IA debe integrarse en el diseño curricular de las carreras, incluyendo su uso en los resultados de aprendizaje y en las competencias del perfil de egreso. Es una herramienta fundamental para muchas profesiones, y no deberíamos esperar a que los estudiantes la descubran recién en el mundo laboral.
También compartí cómo uso personalmente estas herramientas. Aunque exploro diversas opciones, sigo prefiriendo ChatGPT por su capacidad para crear GPTs personalizados. He desarrollado más de 150 GPTs para tareas personales y profesionales. En mi trabajo cotidiano, los utilizo para redactar correos, revisar evaluaciones, analizar datos y apoyar procesos de auditoría académica y diseño curricular. Nos han sido útiles para detectar inconsistencias, revisar perfiles de egreso, analizar mallas y elaborar informes complejos.
Expliqué, además, cómo se puede crear un GPT personalizado. El primer paso es definir con claridad su propósito, luego hacer una lluvia de ideas sobre sus funciones y restricciones. Posteriormente, pido al propio ChatGPT que estructure ese contenido en un diálogo inicial robusto, y dedicamos al menos una semana a probar y ajustar su funcionamiento. Esta es la metodología que enseñamos en los talleres que realizamos con equipos académicos de distintas facultades.
Durante la entrevista, también destaqué que hemos trabajado institucionalmente en el desarrollo de un marco para el uso responsable de la inteligencia artificial en la Universidad de Las Américas. Este documento busca orientar su aplicación en docencia, investigación y vinculación con el medio, promoviendo principios éticos, transparencia y una integración consciente. La IA no reemplaza el rol docente, pero sí puede potenciarlo si se usa con sentido pedagógico y claridad institucional.
En resumen, fue una conversación muy enriquecedora que nos permitió visibilizar la importancia de reflexionar, aprender en comunidad y avanzar con responsabilidad en la integración de la IA en la educación superior.
Atte. Ana Henriquez Orrego





En las imágenes las colegas UCEN Pamela Riquelme y Macarena Guerra.





