Por Luis R. Oro Tapia
E-Mail: luis_oro29@hotmail.com

dialogo de sordos
No hay diálogo entre el gobierno y sus detractores. No puede haberlo, porque para que se produzca deben estar ambas partes dispuestas a razonar. Pero aquí sólo una lo está: el gobierno. El Poder Ejecutivo le habla al movimiento social (integrado, principalmente, por estudiantes, ecologistas e “indignados”) en clave racional y éste no responde, porque está fastidiado de oír y acatar razones técnicas, ya sean ellas económicas o jurídicas.
De hecho, el gobierno le habla a un sordo. Pero, a su vez, el gobierno también es un sordo, porque no tiene oídos para escuchar las palpitaciones del movimiento social. Por eso, no hay diálogo entre las partes, menos aún comunicación, sólo hay interlocuciones verbales. En efecto, el gobierno se plantea en términos de racionalidad técnica y el movimiento social se plantea en términos emotivos. El movimiento social no es ideológico, tampoco esgrime afilados argumentos técnicos, ni sofisticadas razones, sólo tiene motivos (salvo notables excepciones). Esto no logra captarlo el gobierno, porque en su matriz tecnocrática (impregnada de racionalidad utilitarista), la “gratuidad”, y no sólo en el sentido mercantil de la palabra, no tiene cabida.
¿Y la Concertación? La anciana meretriz, en esta ocasión, está fuera de juego, porque no tiene razones ni emociones. En cuanto a sus “razones”, éstas ni siquiera alcanzan a cuajar en argumentos del teatro del absurdo y sus emociones son tan impostadas como las del Presidente, lo que la torna menos creíble que él y, lo que es peor, más patética que él.
El movimiento social, tiene indudablemente una dimensión política. Pero es mucho más que eso. Es básicamente un pathos y éste todavía no cristaliza en argumentos racionales y menos aún en argumentos que estén impregnados de racionalidad técnica. Si hay algo que no quiere escuchar el movimiento social son argumentos técnicos, porque, entre otras cosas, él es una rebelión contra la racionalidad tecnocrática y burocrática. Por eso no quiere darle curso institucional a sus demandas.
El gobierno y el movimiento social son universos paralelos que no tienen afinidad, porque tienen centros de gravedad diferentes. El del primero es la racionalidad técnica, el del segundo es la del pathos que se rebela contra ella. Él es un movimiento romántico y una rebelión contra el “pensar calculante”. Por eso no quiere negociar.
Faltan aún varias semanas para que se apague la llama de las emociones. Sólo cuando ella se transforme en brasa que arroje quemantes argumentos —cuando la pasión se transmute en razón— recién se podrá constituir una mesa de diálogo. Por el momento el horno no está para bollos.
Santiago, jueves 25 de agosto de 2011
ATTE. Ana Henríquez Orrego
de acuerdo en varias o muchas de sus ideas, otras creo que no es tan certero. Primero, no creo que haya una distinción entre técnicos e ideológicos, por uno y otro lado. Ya que tanto la UDI, por el lado del gobierno, tiene en su discurso un … fuerte componente ideológico en su discurso (no hace falta escucharles mucho para darse cuenta: el orden, la libertad de elegir, etc etc). Por su parte, la izquierda más radical tambien deja entrever su ideología, en especial cuando desliza slogans añejos y descontextualizados. A su vez, ambos tiene discursos técnicos por un lado el apoyo de CENDA y educación 20/20 y por el otro libertad y desarrollo. Con todo creo que el dialogo de sordos, en algún momento deberá destrabarse…cómo? es difícil decirlo, la derecha ha hecho mas concesiones de lo que su ideología lo permite, sin embargo, el problema es tan profundo que no termina de convencer. Por ahora habrá que tener paciencia.
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Excelente artículo. Qué inteligencia tan perspicaz. Su autor es un heideggeriano sagaz, creativo y agudo. Los anclajes en la filosofía de Martin Heidegger son evidentes, al usar expresiones como “pensar calculante”, “rebelión romántica” y, en general, en su concepción de la técnica. También tiene cierto talante nietzscheano, al usar expresiones “anciana meretriz” y “llama de las emociones”. El pathos nietzscheano es más evidente, pues todo el artículo está cruzado, de “pe a pá”, por la dicotomía Apolíneo-Dionisiaco.
Respecto del comentario anterior, de don David Aceituno Silva, mucho me temo que no leyó de manera prolija el texto. Aunque reconozco que quizás sea una deformación de las personas que nos dedicamos a la filosofía analítica el andar poniendo reparo, de manera casi obsesiva, en las estructuras lógicas de los argumentos y en leer los textos silaba a silaba.
Pido excusas por opinar en una página de historiadores, puesto que soy profesora de filosofía. Quizás se entienda un poco más lo que digo, si explícito los referentes intelectuales desde lo que escribo: mi tesis de licenciatura la realicé en Nietzsche, la de magíster en Heidegger y ahora me encuentro realizando la de doctorado en filosofía analítica. Y me permití opinar en vuestra página, porque encontré muy bueno el artículo.
María Isabel Cortés
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Asistimos a un momento histórico, donde la participación ciudadana en «vivo y directo» exige hacer uso de la democracia. Exige a sus representantes cumplir con su labor de «representación», porque nos damos cuenta de que no lo estan cumpliendo. Nos asiste la convicción de que el verdadero poder para gobernar un país, esta en su pueblo. Quienes estan en el turno de ejercer ese gobierno, deben responder al sentir y necesidades de la gran mayoría . Aquí el «sordo» es el gobierno, que no esta cumpliendo con su mandato, sino sirviendose para sus intereses económicos.
Lamentablemente, es dificil percibir un cambio radical en esto, ya que la «clase política chilena» de derecha, izquierda, o de centro adolece de las mismas taras…
Hacen falta «nuevos politicos», pero realmente con una nueva mentalidad…»realmente unos servidores públicos, y no al revés».
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La contraposición casi ontológica me parece más producto de las imágenes, que de realidad (que no es completamente imágenes). UN diálogo de sordos, no sólo simplifica el problema en ciertos actores, sino que termina por caducar frente a identidades que los mismos no asumen. ¿Por qué alarmarse cuando el sistema político se ve desafiado, en cuanto a cierto modelo de desarrollo para un país democrático? No es acaso ese desafío, el meollo de transformación y profundización democrática?. Claramente no hay dos bandos y reducir en actores es simplificar en demasía (quizá por un alarmismo de «democracias infantiles») aquello que dice relación con los desafíos obligatorios, de todo país que pretenda alcanzar un umbral de bienestar general que otros o unos catalogarán como «desarrollo».
Los resultados y naturaleza de estos problemas en líneas románticas y casi espirituales se verán en el futuro. Por mientras queda ver o hacer algo, dentro de esta gran torre que no nació de este tipo de procesos (no sólo en este país ha sido desafiado). Así que tranquilidad; mas que sordos y bi-polaridades más imaginativas que reales, nos queda la construcción de nuevos diálogos, o quizás diálogos donde nadie sabía que se podía dialogar. A costo de tropezones se habrá que aprender.
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Extraña forma de contra argumentar la de Oscar Guerra, porque ella no hace otra cosa que darle la razón a Oro, en cuanto a la emotividad a la que alude el artículo se le sale por los poros a Guerra, tanto es así que su forma de plantearse tiene cierto patetismo que raya en lo religioso. Qué contradicción: Guerra rechaza la polaridad que Oro esboza, para reemplazarla, a fin de cuentas, por un maniqueísmo, lo que deja a Guerra ad portas de la democracia totalitaria. Guerra vio la tierra prometida y lo que es más alarmante identificó al Anticristo.
Nada más peligroso que los fundamentalismos metidos en política, por eso la UDI difícilmente puede llegar a acuerdo con los estudiantes (sobre todo con aquellos que tienen una visión prometéica del futuro y una concepción mesiánica de su propio movimiento). En ese sentido, concuerdo plenamente por lo expresado por David Aceituno Silva, sobre este punto.
Fabián Gómez
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Agradezco las marañas simbólicas…. Me permite imaginar muchas cosas…
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El problema me parece que tiene más aristas que las planteadas por el profesor Oro, sin duda, sin embargo, la incapacidad de hablar en el mismo lenguaje entre unos y otros me parece acertada. Cierto es que la realidad no termina ni empieza en esa bipolaridad a la que alude unos de los comentaristas. Ahora bien ¿de quien se debe esperar la comprensión del lenguaje ajeno, donde encontramos a aquel que debe, en base a su destreza o virtud, aprehender la realidad y encontrar allí el lenguaje exigido por la contingencia? La respuesta es una: el político.
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Gran artículo. Las aristas esenciales del problema están expresadas con claridad y en pocas líneas. Cala en el hondo del problema y distingue claramente el trigo de la paja. Va directo al meollo del asunto y paga el costo de sacrificar las aristas menores.
Me pregunto por qué el profesor Oro no enfocó el problema con dos categorías de Max Weber que él tan bien conoce, como lo son la ética de la responsabilidad y la ética de las convicciones. ¿Por qué prescindió de ellas?
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La respuesta es muy simple. Las palabras de don Luis son de un mail que me mandó la semana pasada, no tenía por objeto convesrtirse en articulo ni en análisis. Pero me pareció tan interesante y sugerente que me permití presentarlo en mi portal (con previa autorización de don Luis).
saludos,
ana h.o.
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Excelente artículo.
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Luis Oro Tapia responde a sus críticos y comentariastas:
VER: https://historia1imagen.cl/2011/09/08/bajo-las-apariencias-aclaraciones-y-apreciaciones-por-luis-oro-tapia/
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