Cartas de Diego Portales (selección)


· Carta de Portales a José M. Cea (10 de febrero de 1822)

· El pensamiento de Portales: carta a José M. Cea (marzo de 1

· Carta de Portales a Diego José Benavente (23 de febrero de 1825)

· Carta de Portales a Enrique Newman (29 de marzo de 1830)

· Ira portaliana: furiosa carta de Portales a Antonio Garfias (10 de diciembre de 1831)

· Carta de Portales a Antonio Garfias para crear Escuela Náutica (17 de marzo de 1832)

· Amante de la soltería: carta de Portales a Antonio Garfias (13 de marzo de 1832)

· Carta de Portales a Antonio Garfias (14 de mayo de 1832)

· Carta de Portales a Antonio Garfias (6 de diciembre de 1832)

· Circular de Portales a los adinerados para adquirir flota (27 de mayo de 1836)

· Portales y la Confederación: carta a Blanco Encalada (10 de septiembre de 1836)

· Organizando la guerra: carta de Portales a Fernando Urízar (1º de abril de 1837)

· La muerte de Portales: Carta de Juan A. Álvarez a M. Montt (12 de junio de 1837)



Lima, 10 de Febrero de 1822

Señor José M. Cea. 

Mi querido Cea: Hoy ha venido Sánchez y me dice que Vd continúa mejor; mucho me alegro de todo esto. He decidido hacer las compras de mercadería de que hablé a Vd., y por Sánchez, que por la tarde va a ésa, se impondrá Vd. La situación aquí está complicada y los limeños revolucionados por los últimos sucesos. Como temo el desborde de esta gente descontentadiza de todo lo bueno, malo y regular, pedí al Prefecto algunos soldados para resguardar la casa; y el gran c… se negó diciendo que le faltaba fuerza. Espero que esta  efervescencia pasará gracias a las medidas gubernativas dictadas de ayer. Son débiles las autoridades, porque creen que la democracia es la licencia. Mañana queda terminada la instalación del negocio: todo se ha conseguido para así hacerlo y como el 15 ya podrá estar a disposición del público. Sírvase Vd. Apuntar en el inventario que lleva Sánchez las mercaderías que considere inoficiosas: yo he procedido en esta forma conforme sus últimas instrucciones. ¿Qué sabe de Chile? ¿Es cierto que la situación del Gobierno allí está delicada? Yo no lo creo, porque el hombre es querido y sabe, con la estimación que goza, golpear a los revoltosos (el hombre es O’Higgins).

Adiós, adiós.

Diego Portales



 

Lima, Marzo de 1822

Señor José M. Cea

Mi querido Cea: los periódicos traen agradables noticias para la marcha de la revolución en toda América. Parece algo confirmado que los Estados Unidos reconocen la independencia americana. Aunque no he hablado con nadie sobre este particular, voy a darle mi opinión.

El Presidente de la Federación de N. A., Mr. Monroe, ha dicho: «Se reconoce que la América es para éstos».

¡Cuidado de salir de una dominación para caer en otra!

Hay que desconfiar de esos señores que muy bien aprueban la obra de nuestros campeones de la liberación, sin habernos ayudado en nada: he aquí la causa de mi temor. ¿Por qué ese afán de Estados Unidos en acreditar Ministros, delegados y en reconocer la Independencia de América, sin molestarse ellos en nada?

¡Vaya un sistema curioso, mi amigo!

Yo creo que todo esto obedece a un plan combinado de antemano; y ése sería así: hacer la conquista de América, no por las armas, sino por la influencia en toda esfera. Esto sucederá tal vez hoy no, pero mañana sí. No conviene dejarse halagar por esos dulces que los niños suelen comer con gusto, sin cuidarse de un envenenamiento.

A mi las cosas políticas no me interesan, pero como buen ciudadano puedo opinar con toda libertad y aún censurar los actos de Gobierno. La democracia que tanto pregonan los ilusos es un absurdo en los países como los americanos, llenos de vicios y donde los ciudadanos carecen de toda virtud, como es necesario para establecer una verdadera República. La Monarquía no es tampoco el ideal americano: salimos de una terrible para volver a otra y ¿qué ganamos?

La República es el sistema que hay que adoptar; ¿pero sabe cómo yo la entiendo en estos países?

Un Gobierno fuerte, centralizador, cuyos hombres sean verdaderos modelos de virtud y patriotismo, y así enderezar a los ciudadanos por el camino del orden y las virtudes. Cuando se hayan moralizado, venga el gobierno completamente liberal, libre y lleno de ideales, donde tengan parte todos los ciudadanos. Esto es lo que pienso y todo hombre de mediano criterio pensará igual.

¿Qué hay sobre las mercaderías que me habló en su última? Yo creo que conviene comprarlas, porque aquí se hacen constantes pedidos. Incluyo en ésta una carta para mi padre, que mandará en el primer buque que vaya a Valparaíso.

Soy de usted su obediente servidor.

Diego Portales



 

Santiago, 23 de Febrero de 1825

Mil veces he solicitado a Ud. en su casa, creyendo en cada una de ellas encontrarle ya de vuelta de su paseo; pero entiendo que va largo, según una carta suya que he visto casualmente. Me he resuelto a escribirle sin otro objeto que para recordarle y asegurarle de nuevo que en mí tiene un amigo que, si no es el más importante, al menos es uno de los que con más sinceridad le dan este título. El me hace atreverme a prevenirle que no ha dejado de minorar su concepto en algunos sujetos de fundamento, su retiro absoluto del Gobierno en las circunstancias más tristes y en que privadamente podían haberse ejercitado en beneficio público, su consejo y ascendiente. Yo no me entrometo a acusarle ni absolverle, sólo hago la indicación para que Ud. entre a consultar su conciencia, y obre de conformidad con ella.

Diego Portales



 

Santiago, Marzo 29 de 1830

Estimado Newman:

En una de mis cartas dije a Ud. que en la paralización absoluta de mis negocios, pagando intereses, haciendo gastos indispensables por todas partes, etc., sólo una estricta economía puede salvarme de la ruina que me amenaza. Hoy repito a Ud. esto mismo y con más razón, porque las ocurrencias políticas alejan cada día de la República la tranquilidad necesaria para contraerse al negocio.

Ya tenía mulas, cabalgaduras y todo pronto para salir esta semana a Valparaíso y de allí a Copiapó por tierra, después de haber dejado a Ud. las instrucciones necesarias para obrar en mi ausencia; sé que en presentándome en este punto, la negociación de Garín, que hasta ahora me hace temer tanto, se habría enderezado, y acaso hechose buena. Mas esta mañana ha llegado un propio que comunica la noticia de que Uriarte ha sublevado a la guarnición de aquella plaza y a los prisioneros de la Juana Pastora, y conociendo la apatía de nuestro Gobierno para tomar las medidas necesarias, creo que tomará cuerpo aquella sublevación, y he perdido la esperanza de ir a atender al negocio de Garín, en que tengo invertida la mayor parte de mi fortuna, y que repito la creo en peligro. Actualmente me ocupo en buscar alguna persona que vaya en mi lugar, y aunque no podrá hacer lo que yo, al menos servirá de mucho para hacerse cargo de los trabajos, de las esperanzas que ellos prometan, del estado de los fondos que en dinero y especies le tengo remitidos, etc., etc. Al efecto, me mandará Ud. la cuenta corriente general, con dicho Garín, incluyendo 200 pesos que Ingram ha pagado a su mujer, por libranza desde Copiapó y los 2,000 y tantos pesos con sus respectivos intereses, que debía a Cea y Portales y de que yo me hice cargo en parte de pago de los 7,000 pesos en deudas que debí elegir por la transacción con Cea; pero que en la cuenta suenan como pagados por mí a dicho Cea. Igualmente cargará Ud. en ella el importe y gastos de los diezmos rematados en año pasado, y que tengo que pagar en Diciembre de éste, con los 300 pesos dados a Amenábar por gratificación. Debo prevenir a Ud. que para no recibir mayores perjuicios, me he empeñado en solicitar fletes para que la Independencia salga, si es posible, en cuatro o cinco días después de llegada a Valparaíso, y lo he arreglado en esta forma. D. Domingo Otaegui tiene que remitir a Coquimbo del 15 al 20 del que entra, lo más tarde, para cumplir una contrata que ha celebrado con un coquimbano, 800 fanegas harina, y 500 trigo candial, y 100 quintales fierro; ya tiene Ud. más de 2,000 quintales y con alguna más carga que Ud. debe buscar entre los sujetos de ese comercio luego que llegue el buque, se completará y bajará para Coquimbo y de allí subirá al Maule a cargar tres mil quintales entre trigo y harina de D. Clemente Pérez, y bajará con ellos a Coquimbo, y de Coquimbo subirá a Valparaíso precisamente a principios o mediados de Junio; y para entonces tendrá Otaegui prontos otros 2,000 quintales que irá a descargar a Coquimbo, y el resto de la carga se la completaremos con alguna remesa que habrá que hacer a Garín para aquella fecha, si el negocio de sus cargo se mejora. Por si esto sucede, y sabiendo que no puede traer pérdida, ha comprado a don Joaquín Tocornal todos sus charquis y grasa en costales de carnero; al efecto, ha dado orden a la Hacienda para que estos artículos sean conducidos a Bodegas de Budge, antes que entren las aguas. No hemos tratado precio y sólo hemos convenido en que sea el corriente de plaza. Su importe lo abonará Ud. en cuenta a dicho Tocornal.

En virtud de lo que he dicho antes, puede Ud. y debe irse a vivir con Cavareda, y arrendar la casa. Don Juan Antonio Mayo me escribe diciéndome que Igualt se interesa por ella y yo desearía que él la tomase. Ud. sabe lo que ella me cuesta contando con las refacciones, y haciéndole presente todo oirá su propuesta: en la inteligencia que quiero reservarme el comedor para guardar todos los muebles en caso que Igualt no quiera comprarlos o bien para tener donde irme a pasar cuando vaya a ésa por algunos días.

El billete de Valdivia lo vendió Elizalde con un 20 % de descuento, lo que prevendrá Ud. a Bayolo.

Se recibió el reloj para el Dr. Rodríguez; ¿no tiene otras joyas que las contenidas en el único cajoncito en que vino?

¿Ha pagado la Factoría la libranza de Balcarce por tabacos? Puede Ud. mandarme 200 pesos más mis gastos sin necesidad de pedirlos a Waddington?

¿Habrá algún buque que salga pronto para Copiapó? ¿Se vendió la harina que Ud. me previno podía venderse? ¿El trigo blanco que vendió fue del de Concepción o del de Meneses que estaba en las Bodegas de Budge? Me escribe Ud. una carta, y si en un año no puedo contestarle, se pasa otro tanto tiempo sin escribirme. ¿Pasadas todas las partidas de la cuenta Waddington las terceras partes de plata y efectos remitidos a Concepción, gastos, intereses, etc., y abonada la tercera parte de lo cobrado por ventas de trigo, a qué ha venido a quedar reducida la cuenta? ¿Dirigió Ud. a Concepción la carta que dejé escrita para Melgarejo? ¿Qué ha hecho el francés en el sitio, gastará los 4,700 pesos prevenidos en las escrituras? ¿Ha guardado Ud. una medida comprada por Melgarejo y que remitió en la Resolución para medir los trigos?

Mandé una carta a D. Javier Urmeneta, y supuesto que no ha contestado, escríbale otra y otra hasta que conteste. Me agradaría mucho que vendiese, o enajenase Ud. el ajedrez, porque es juego que quita mucho tiempo.

Diga Ud. al S. Cavareda que hoy han salido conducidos por Loyola 50 fusiles, y un cañón con 1,000tiros a bala, los que se servirá hacer remitir a Quillota por su conducto a D. Pedro Mena, quien los entregará al gobernador de aquella ciudad.

Busque Ud. una oportunidad de mucha confianza para mandarme mi silla y avío de campo dentro de los baúles y que me traiga mi caballo con mucho cuidado, y esto que sea pronto.

No tiene más tiempo su afecto.

D. P .



 

10 de Diciembre de 1831

Señor don Antonio Garfias

Mi don Antonio:

Dígale Ud. a los c… que creen que conmigo sólo puede haber Gobierno, y orden, que yo estoy muy lejos de pensar así y que si un día me agarré los fundillos y tomé un plazo para dar tranquilidad al país, fue sólo para que los j… y las p… de Santiago me dejaran trabajar en paz. H… y p… son los que joden al gobierno y son ellos los ponen piedras al buen gobierno de éste. Nadie quiere vivir sin el apoyo del elefante blanco del Gobierno y cuando los h… y las p… no son satisfechos en sus caprichos, los pipiolos son unos dignos caballeros al lado de estos cojudos. Las familias de rango de la capital, todas jodidas, beatas y malas, obran con su peso enorme para la buena marcha de la administración. Dígales que si en mala hora se me antoja volver al Gobierno, colgaré de un coco a los h… y a las p… les sacaré la ch… ¡Hasta cuándo… estos m…! Y Ud., mi don Antonio, no vuelva a escribirme cartas de empeño, si no desea una frisca que no olvidará fácilmente.

No desea escribirle más su amigo.

D. Portales



 

Valparaíso, 17 de Marzo de 1832

A don A. Garfias

Mucho he escrito a Ud. sobre una cosa que aún no se sabe lo que es; pues señor, es una academia náutica en que antes de dos años tendremos 100 pilotos para emplear en más de 50 buques mercantes que tiene Chile mandados por extranjeros, lo que es una vergüenza: el Gobierno tendrá cuantos necesite para su Marina y contará con la gloria de hacer una cosa tan útil y tan a poco costo. De este plantel sacará los guardamarinas que haya menester y contará con oficiales científicos en todos casos.

Da pudor ver que no haya un subalterno ni un guardiamarina de los actuales que sepan algo de pilotaje y que sepan a penas de maniobras: uno y otra van a aprenderse en la Escuela Náutica. No se diga que el Colegio Militar de Santiago va a dar guardiasmarinas y oficiales de Marina: es cierto que allí se aprenden los primeros principios elementales; pero después tendrán que gastar mucho tiempo en la práctica, cuando aquí todo se va enseñando a un tiempo. A más el Colegio no daría pilotos para los buques mercantes, y se puede asegurar con certeza que los jóvenes que viniesen del Colegio Militar sabiendo aritmética, álgebra, geometría y trigonometría plana y esférica se quedarían como vinieron, porque a bordo nada avanzarían con los comandantes de buques y no maestros: de manera que los jóvenes aprenderían cuando mucho la maniobra por la costumbre de verla; y, en fin, querer que sean marinos con lo que aprendían en el Colegio Militar sería lo mismo que pretender que lo fuese todo ese cardumen de agrimensores nuevos que han estudiado la parte de las matemáticas que se enseña en la Academia Militar.

Si el Gobierno quiere, yo me encargaré de la Inspección de la Escuela Náutica por los primeros 6 meses o hasta dejarla en marcha; si no lo quiere, puede cometer dicha Inspección al Comandante General de la Marina o al Cabildo. El Perú, en medio de sus agonías y de un déficit que asciende casi al otro tanto de sus rentas, mantiene una Academia brillante, y Chile ¿por qué a tan poca costa no se proporcionará un bien de tanto tamaño?

El proyecto de reglamento que incluyo tiene muchos vacíos y no está por cierto en el idioma reglamentario; pero es obra de una hora el mejorarlo.

En fin, si por desgracia se oponen razones o inconvenientes, comuníquelos Ud. para contestarlos.

Nada importa que no se me cometa la Inspección de la Academia; porque yo puedo irme a ella todos los días de entremetido, seguro de que no echarán para fuera y de que conseguiré con súplicas lo mismo que conseguiría con mandatos; mi empeño es para ponerla en camino, que después marchará sola o con la inspección de otro menos templado o empeñoso para estas cosas.

Diego Portales



 

Mayo 13 de 1832.

Mi querido Garfias:

Si hay algún bien en la vida es el consuelo de tener un amigo a quien entregarse y que merezca este título sagrado.

Tenga Vd. Paciencia. Debe saber mis relaciones con Constanza Nordenflicht. No es del caso entrar en historia tan desagradable y en que tendría que hacer yo mismo mi panegírico. Sabe Vd. Que tengo dos chicos de ella: que quiero y compadezco a la que está en el colegio y que, a más, no está fuera de mi deber propender a hacerla feliz en cuanto pueda. Declaro a Vd. También, que no he contraído obligación alguna con su madre y que para la puntual asistencia que ha recibido siempre de mí, no he tenido otro móvil, que mi propio honor, la compasión y el deber de reparar los daños que hubiese recibido por mi causa.

Después de estos antecedentes, debo poner en su noticia que se haya gravemente enferma y que la escarlatina puede concluir de un momento a otro con sus días: quiero ser menos desgraciados a los inocentes frutos de mi indiscreción y juventudes, casándome con la madre en artículo de muerte y, al efecto, cuando llegue el caso será Vd. avisado por los facultativos o uno de ellos, para que se presente a representarme y contraer a mi nombre: para esto remito a Vd. el poder necesario.

Debo prevenirle que formada mi firme resolución de morir soltero, no he tenido embarazo y he estado siempre determinado a dar el paso que hoy le encargo; pero con la precisa calidad de que la enferma no dé ya, si es posible, señales de vida: hace cinco años desahuciada y abandonada de los médicos y hasta del Ministro que la auxiliaba: hice varias tentativas para dirigirme a su casa con este mismo objeto; pero me fue imposible vencer el temor de que sobreviviese a aquella enfermedad. Yo no tendría consuelo en la vida, y me desesperaría si me viere casado: esta declaración reglará la conducta de Vd. y me avanza a aconsejarle que, si le es  posible, se case, a mi nombre después de muerta la consorte: creo que no faltaría a su honradez consintiendo en in engaño que a nadie perjudica y que va a hacer bien a unas infelices e inocentes criaturas. Constanza hizo su testamento cerrado en aquel entonces; deja por herederos y por albacea y tutor a don Manuel Rengifo, en cuyo poder se hayan esas disposiciones. De consiguiente, el engaño no perjudica a sus hermanos que podrían heredarla ab-intestato.

En fin, a Vd. me entrego y esta consideración sólo puede hacerme suspender toda otra instrucción. Tengo despedazada el alma, por lo que no me contraigo a sus cartas que he recibido.

Adiós.

D. Portales



 

Mayo 14 de 1832

Mi querido Garfias:

Ayer escribí a Vd. bajo cubierta de este Administrador de Correos a Curriel o no sé qué empleado de esa renta; pero tuvo el sentimiento de saber que mi correspondencia llegó 2 minutos después de haber salido el postillón: el Administrador dejó las cartas para remitirlas hoy.

Contesto las suyas 10, 11 y 12 del que rige. Puse en conocimiento de Fuentes sus capítulo de carta relativo a su encargo y me ha traído unos papeles para probarme los siguiente: Su sueldo de 25 pesos mensuales debió correrle desde el 9 de Febrero de 1831; mas él no ha querido exigirlo si no desde el 16, desde el mismo día en que empezó a llenar las obligaciones de su empleo. Dio 5 certificados para que don Clemente Pérez cobrara los 5 meses corridos hasta el 16 de Julio y pagase con ellos a Pope. Después le mandó al mismo Pérez otro certificado del mes corrido desde 16 de Julio hasta el 15 de Agosto, que no sabe si Pérez lo cobró y espera saberlo para repetir contra la testamentería los 25 pesos; y desde el 16 de Agosto para acá no ha mandado un certificado a nadie, y, por consiguiente, dice que nadie puede haber cobrado por él, y si alguien lo ha hecho, diga al Tesorero de Vacuna quien ha sido y con qué certificado. Resulta, pues, que si el finado Pérez no cobró el sexto certificado, la Tesorería de Vacuna a Fuentes 5 meses hasta el 16 de Diciembre, y si Pérez lo cobró, sólo le deberá cuatro meses.

Quedo impuesto de algunas de las porquerías de la Corte: ya causa asco tanta inmundicia; pero, entre tanto van confirmándose mis sospechas de que los fantasmas que ve el pobre don Joaquín lo hacen precipitarse: ha ordenado a Urriola, que de acuerdo con la Asamblea, le propongan a Arteaga para Teniente Coronel efectivo y Comandante en propiedad del Nº 2, con agravio precisamente de los postergados que verán este paso con desesperación.

Los recibos de suscripción fueron entregados por Silva al que la recogió para que recoja también su importe: todos han dicho que lo comprarán aquí sin necesidad de inscribirse.

Queda encargado Silva del expediente de Morán.

Siento mucho no poder satisfacer los deseos del Ministro de Hacienda de verme en ésa. No sé por donde pudiera convenir a mis interese pasar a la capital: yo no espero que nadie me dé conveniencia, menos la quiero del Gobierno: el Ministro, como hombre particular, no puede dármela. Por lo que mira a los intereses públicos, yo sería más que loco si tratase de tomar parte alguna en ellos: pensionarse para remediar un mal cuando queda la puerta abierta para mil, sería fatigarse en vano y recibir perjuicios son fruto. Por esta razón no me tomaré la pensión de observar el proyecto de reforma: Vd. sabe que ninguna obra de esta clase es absolutamente buena ni absolutamente mala; pero ni la mejor ni ninguna servirá para nada cuando esté descompuesto el principal resorte de la máquina. Desengáñese Vd: no queda otro recurso que abandonarnos a la suerte y hacerla arbitro de nuestros destinos; cualquier otra cosa es peor.

Conteste a Landa muy finos sus recuerdos, asegurándole la estimación que hago de su ofrecimiento.

He recibido la licencia del Mayor del Batallón 4, y agradece y retorna a Vd. sus memorias. Recibí también la copia de la caja.

Ayer por la tarde ha entrado la Independencia, y como es destino que no se pase algún día sin sufrir una media docena de sin sabores, para completarla faltaba el de saber que sólo me trae 3,000 $ en 200 quintales cobres: hoy se hacen diligencias de venderlos a cualquier precio, para remitir a Vd. su importe, y que se cubra con él a Ingram, para que así lo encuentre siempre pronto en los apuros, y que acabe de pagar los 1,500, y si se puede también los otros mil. Sólo el tener que esperar a Melgarejo, que debe bajar en la goleta, me hará detenerla, de otro modo no me habría llamado cristiano sino la hubiese hecho salir dentro de 5 días a traerme $ 6,000, que podría haberme traído, si el Capitán hubiera querido esperarse 25 días.

Incluyo a Vd. una carta de don Eugenio Matta para que la muestre al Ministro de Hacienda y lo convenza de lo urgente que me es la resolución sobre el Ingenio: suplíquele, a mi nombre, que la recomiende cuanto su conciencia le permita; porque seguramente don Fernando, el sin óleo, va a tratar de entorpecer este asunto por ser mío.

Lea Vd., con la mayor resera, otra carta que incluyo y resuélvamela para contestarla o no contestarla, porque ya cuesta mucha violencia ocuparse de tan vituperables y reprensibles peligrosas puerilidades.

Cuando vea al Mayor Soto, de Húsares, dígale que he recibido su carta y que agradezco como debo sus atenciones: que habría celebrado mucho si se hubiera efectuado el paseo que pensó hacer, y que no la contesto por exigirlo; que me ha sido muy sensible la muerte de su joven hermano.

Adiós mi don Antonio. Desea a Vd. todo género de goces, sus aftmo.

Portales

 

 

 

 



 

Valparaíso, Diciembre 6 de 1832

Mi querido Garfias:

Empiezo a contestar la suya de ayer para manifestarle el gusto que he recibido con la noticia de la raspa de Tocornal a Panchito. Yo quisiera que aquel buen amigo se penetrase de los bienes que podría hacer con pasos firmes, continuados y justificados, y estoy seguro que haría variar de aspecto enteramente la cosa.

Mucho celebro la reunión que Vd. me participa verificarse en casa de Egaña, especialmente asistiendo su tío D. Miguel, que de todo podrá tener menos de zonzo.

No puede ser mejor la lista de jurados: creo que es la misma que me pasó D. Tadeo Fierro, a quien es preciso dar el título de conocedor en la materia.

Estoy esperando por momentos una nueva contestación de Fuentes sobre el pago de los certificados y probablemente alcanzaré a incluirla en esta carta.

Desde mañana empezarán a andar las diligencias para la compra de los créditos que me incluye Vd. en la lista.

Remito un nombramiento de Sargento de línea para que se lo entregue a Ovejero a fin de que me saque la aprobación del Inspector y me lo duevuelva (sic).

Véase con el Ministro de la Guerra y dígale que ni a esta Comisaría ni al Gobernador se han comunicado las órdenes para el abono de sueldos del escribiente de la Mayoría, ni para que sean admitidos en revista los sargentos de línea, tambores, pífanos y cornetas, ni tampoco para los gastos de papel a la Mayoría, que me haga el gusto de comunicármelas lo más pronto que le sea posible.

Tengo mucho miedo al remate de los diezmos inmediatos a Pedegua, y preferiré dejarla despoblada; sólo remataría el de la Ligua, el de San Antonio o Ingenio u otro inmediato en el caso de que no teniendo postor pudiese rematarse por un tercio menos del año pasado.

El de Copiapó nos ofrece una pérdida de 1,000 pesos este año según una carta que he recibido; a si es que no lo quiero en más de 1,500 $; este año creo que no tendrá oposición, porque el viejo Villegas, que era el único que lo hacía por aracena, no es ya apoderado de éste, y si sale alguno a la parada vea modo de entrar en avenimiento con él.

Véase con Gandarillas y conferencie con él sobre cobranza de los vales de cobro para acordar contra quien, dónde y cómo será más conveniente entablar la acción; impóngale bien de todo. 

(Reservado). Hágase encontradizo con Miller o Mena, o vaya a verlos al almacén del consulado con el pretexto de saber si es cierto que D. José Manuel Cea, ponedor de los 35,000 $ en documentos, convino en relevar, y de facto relevó a Vicente García, Osorio y Varela de las finanzas con que los habían asegurado; aguaite una ocasión oportuna para decirles que Vd. como mi apoderado general, y en virtud de instrucciones que le he dejado, tiene que buscar y anda buscando varios documentos que le cito en mis instrucciones para proceder en el asunto, sin decirles el modo como va a proceder. Así puede Vd. sondearlos y ver lo que piensan, o si le abren algunos partidos.

Dígale al Mayor García que me conteste, y que le diga al Sargento Soto que se marche cuanto antes, que hoy va su nombramiento para la aprobación del Inspector, y ayúdele Vd. a conseguir una suma que debe entregarle la Comandancia para la construcción de correajes, etc.

Hasta mañana. Salud y la gracia eficaz del Señor.

Suyo.

D. Portales



 

 (Carta-circular enviada por el ministro pidiendo fondos en préstamo a particulares adinerados, para que el Estado pueda adquirir y equipar una flota de guerra contra la Confederación de Santa Cruz al comenzar las agresiones contra la estabilidad chilena de parte de este último)

Santiago, 27 de Mayo de 1836

El gobierno creería contraer una grave responsabilidad si desatendiese por más tiempo la necesidad en que se halla la República de una fuerza naval que guarde nuestras extensas costas, desprovistas de todo género de defensa, que vigile la puntual observancia de las leyes fiscales, y proteja nuestro comercio exterior. Y no bastando a llenar nuestro objeto las rentas ordinarias del Estado, que no es posible aumentar sin la embarazosa imposición de nuevas cargas y contribuciones, el gobierno, antes de recurrir a este último arbitrio, ha querido probar si sería posible levantar entre los capitalistas chilenos y los extranjeros establecidos en Chile, un empréstito de valor de 400.000 pesos, suma que juzga bastaría para la compra y avío de una fuerza naval competente. Antes de dirigirse al cuerpo legislativo a fin de que le faculte para realizar este plan y señale fondos para el pago de los intereses y amortización del empréstito, ha tenido a bien dirigirse previamente a aquellos individuos en quienes supone facilidad y disposición para proporcionar al Estado esta suma, con la mira de saber de ellos de un modo positivo el número de acciones con que podrían suscribirse a ella. El gobierno no se halla en el caso de ofrecer condiciones que pudiesen presentar un aliciente a la codicia. Dirigiéndose a V., como a los demás habitantes a quienes cree no pueden ser un objeto indiferente la seguridad del Estado y la observancia de sus leyes, cuenta sólo con su desprendimiento y su espíritu público, y con la evidencia de las ventajas que la ejecución de este proyecto debe producir al país.

La demostración que acompaño instruirá a V. de sus por menores. Si. V., como lo espera el Gobierno, toma parte en él, se servirá expresar a continuación y bajo su firma, el número de acciones con que se suscriba.

Dios guarde a V.

Diego Portales



 

 

Santiago, 10 de Septiembre de 1836

Sr. Don Manuel Blanco Encalada

Muy apreciado amigo:

Es necesario que imponga a usted con la mayor franqueza de la situación internacional de la República, para que usted pueda pesar el carácter decisivo de la empresa que el Gobierno va a confiar a usted dentro de poco, designándolo como Comandante en Jefe de las fuerzas navales y militares del Estado en la campaña contra la Confederación Perú-Boliviana. Va usted, en realidad, a conseguir con el triunfo de sus armas, la segunda independencia de Chile. Afortunadamente el camino que debe recorrer no le es desconocido: lo ha seguido en otra época en cumplimiento de su deber y de patriota, y de esas dos virtudes supo extraer glorias y dignidades para la patria.

La posición de Chile frente a la Confederación Perú-Boliviana es insostenible. No puede ser tolerada ni por el pueblo ni por el Gobierno, porque ello equivaldría al suicidio. No podemos mirar sin inquietud y la mayor alarma, la existencia de dos pueblos confederados y que, a la larga, por la comunidad de origen, lengua, hábitos, religión, ideas, costumbres, formarán, como es natural, un sólo núcleo. Unidos estos dos estamos, no más sea que momentáneamente, serán siempre más que Chile en todo orden de cuestiones y circunstancias. En el supuesto que prevaleciera la Confederación a su actual organizador, y ella fuera dirigida por un hombre menos capaz que Santa Cruz, la existencia de Chile se vería comprometida. Si por acaso, a la falta de una autoridad fuerte en la Confederación, se siguiera en ella un período de guerras intestinas que fuese obra del caudillaje y no tuviese por fin la disolución de la Confederación, todavía ésta, en plena anarquía, sería más poderosa de que la República. Santa Cruz está persuadido de verdad; conoce perfectamente que por ahora, cuando no ha cimentado su poder, ofrece flancos sumamente débiles, y estos flancos son los puntos de Chile y Ecuador. Ve otro punto, pero otro punto más lejano e inaccesible que lo amenaza, y es la Confederación e las Provincias Unidas del Río de la Plata. Por las mismas regiones que fueron el Alto Perú, es difícil amagar a Lima y a la capital boliviana en un sentido militar, pero el cierre de las fronteras platenses no dejará de dañarle, por una parte, y no le permitirá concentrar su ejército en un punto, sino repartirlo en dos o tres frentes: el que prepare Chile, el que oponga el Ecuador o el que le presente Rosas.

El éxito de Santa Cruz consiste en no dar una guerra hasta que su poder se haya afirmado; entrará en las más humillantes transacciones para evitar los efectos de una campaña, porque sabe que ella despertará los sentimientos nacionalistas que ha dominado, haciéndolos perder en la opinión. Por todos los medios que están a su alcance ha prolongado una polémica diplomática que el Gobierno ha aceptado únicamente para ganar tiempo y para armarnos, pero que no debemos prolongar ya por más tiempo, porque sirve igualmente a Santa Cruz para preparar una guerra exterior. Está, pues, en nuestro interés, terminar con esta ventaja que damos al enemigo.

La Confederación debe desaparecer para siempre jamás del escenario de América. Por su extensión geográfica; por su mayor población blanca; por las riquezas conjuntas del Perú y Bolivia; apenas explotada ahora; por el dominio que la nueva organización trataría de ejercer en el Pacífico, arrebatándonoslo; por el mayor número también de gente ilustrada de raza blanca, muy vinculadas al influjo de España que se encuentran en Lima; por la mayor inteligencia de sus hombres públicos, si bien de menos carácter que los chilenos; por todas estas razones, la Confederación ahogaría a Chile antes de muy poco. Cree el Gobierno, y éste es un juicio también personal mío, que Chile sería una dependencia de la Confederación como lo es hoy el Perú, o bien la repulsa a la obra ideada con tanta inteligencia por Santa Cruz, debe ser absoluta. La conquista de Chile por Santa Cruz no se hará por las armas en caso de ser Chile vencido en la campaña que usted mandará. Todavía se conservará su independencia política. Pero intrigará en los partidos, avivando los odios de los parciales de los O’Higgins y Freire, echándolos unos contra otros; indisponiéndolos a nosotros con nuestro partido, haciéndonos víctimas de miles de odiosas intrigas. Cuando la descomposición social haya llegado a su grado más culminante, Santa Cruz se hará sentir. Seremos entonces suyos. Las cosas ya caminan a ese estado. Los chilenos que residen en Lima están siendo víctimas de los influjos de Santa Cruz. Pocos caudillos de América pueden comparársele a éste en la virtud suprema de la intriga, en el arte de desavenir los ánimos, en la manera de insinuarse sin hacer sentir para ir al propósito que persigue. He debido armarme de una entereza y de una tranquilidad muy superior, para no caer agotado en la lucha que he debido sostener con este hombre verdaderamente superior, a fin de conseguir una victoria diplomática a medias, que las armas que la república confía a su inteligencia, discreción y patriotismo, deberá completar.

Las fuerzas navales deben operar antes que las militares, dando golpes decisivos. Debemos dominar para siempre en el Pacífico: ésta debe ser su máxima ahora, y ojalá fuera la de Chile para siempre fuerzas militares chilenas vencerán por su espíritu nacional, y si no vencen contribuirán a formar la impresión que es difícil dominar a los pueblos de carácter. Por de contado que ni siquiera admito la posibilidad de una operación que no tenga el carácter de terminante, porque esto es lo que… (Falta parte de la carta, escrita a puño y letra de Portales)

Portales



 

Santiago, Abril 1º de 1837

Señor don Fernando Urízar Garfias

Apreciado amigo:

Por aquella parte de su conducta ministerial, que se ha puesto en mi noticia, le voy descubriendo gobernaderas: veo que tiene usted la prudencia y la firmeza, y que entiende el modo más útil de conducir al bien a los pueblos y a los hombres. Palo y bizcochuelo, justa y oportunamente administrados, son los específicos con que se cura cualquier pueblo, por inveteradas que sean sus malas costumbres.

Creo, pues, que será no sólo conveniente sino indispensable, conferir a usted el mando de la provincia, y mandarle a doña Dominga con cama, y petacas.

Me ha dejado usted frío con el aviso de haber mandado al Ejército Restaurador 19 reclutas cuando yo esperaba 200. Por Dios, don Fernando, tan santa es la provincia que no tenga 200 malos vagos? No tengo aviso de usted, pero supongo en su poder la orden de pedir al campamento la fuerza de caballería que necesite para la aprehensión y conducción de reclutas. Me parece bien, y el único a propósito para llenar los fines que se ha propuesto el Gobierno, el medio que se ha propuesto usted para la recluta -tomar informes previamente de los que tengan los requisitos prevenidos- formar su lista y enseguida mandar por ellos, sin bulla que alborote a los demás. Mejor me ha parecido el paso de llamar a los padres de los voluntarios para que le den destino honesto o vayan al Ejército como vagos.

Es absolutamente necesario que luego que pasen las elecciones y haya hecho su visita a Los Andes, se pase a Petorca, porque es este el pueblo de la provincia que abunda más en males y que necesita, por consecuencia, de más y más urgentes remedios. Proponga usted a don Pablo Silva para Gobernador, y este me parece que será uno de los remedios, porque le noto cierta decencia y cierta propensión al bien, que suple su falta de alcances, alejándole de cometer acciones sucias o indignas. Escríbale usted así.

Van a relevar sus dos napoleones con otros dos que no espero que saldrán mejores.

Reclutas para el campamento, mi don Fernando, aún nos faltan muchos para completar los cuerpos de caballería e infantería, y la expedición zarpará muy pronto.

Ya sabrá usted que en Petorca se perdió capítulo saliendo de Diputado el canónigo Bilbao por recomendación de don E. Portales, que aseguró estar para esto de acuerdo con el Presidente y Ministros.

Todavía duran los 300 pesos, Le presento nuevos a usted luego que se le acaben.

No hay mucho tiempo de qué disponer. Adiós.

D. Portales



 

Valparaíso, Junio 12 de 1837

Sr. D. Manuel Montt

Muy apreciado amigo:

He dormido irregularmente como solía en ésa, y quiero emplear una parte de la noche en contestar su larga y apreciable carta de fecha… del corriente.

Siento muchísimo no estar acorde con las ideas Ud. vierte. Yo, por mi parte, si he de decir la verdad y expresar mis sentimientos sin doblez, soy de opinión que aun cuando fuéramos más estúpidos que los hotentotes, más herejes que los ateístas y gobernados con las leyes de Dracón, con tal que gozáramos de la libertad de nuestros antiguos progenitores, Chile sería veinte mil veces más feliz que si estuviera poblado de hombres eruditos, santos y cuanto Ud. quiera, pero serviles y degradados; y a esta objeción abominable marchábamos con pasos agigantados en vida del Ministro Portales. Él era, no se puede negar, un hombre extraordinario de gran talento, y la patria fue su ídolo, a quien con una heroicidad que honra al país, sacrificó su fortuna, su reposo y todo cuanto valía, con admirable constancia; pero, amigo, se iba ya corrompiendo poco a poco, a mi ver, sin advertirlo él mismo. Colocado a principios de la revolución del veintinueve en una posición violenta, se vio en la necesidad, por el bien de la República, de tomar medidas fuertes y se le había hecho la mano a dar esos golpes de autoridad por quítame allá esas pajas. Lo que más contribuía a que el mal se fuera haciendo incurable, era la multitud de adoradores que le rodeaban. No se encontraba un hombre, entre los de gabinete, (a excepción de Ud., hablo francamente), que se atreviese a contradecirle y decirle la verdad. Yo he tenido ocasión de conocer esto, por que he leído toda su correspondencia privada cuando formé el inventario. Al pobre Cavareda (hombre bueno y fuera muy útil al país si tuviera bastante energía para obedecer a sus inclinaciones), me dicen que le trataba a la baqueta, y así a todos los demás, sin respetar al más condecorado. De donde resultaba que no tenía más amigos que hombres obscuros, sin ningún mérito, sus protegidos, que estaban todo el día con la boca abierta, adivinándole el pensamiento para ejecutarlo al momento; fuese lícito o ilícito, lo mandado. ¿Le parece a Ud. buen presagio este imperio absoluto en el gobernante y esa obediencia ciega en los súbditos, inclusive en los intendentes y gobernadores de toda la República?

Mire Ud. esta unidad bajo el punto de vista que le parezca, pero no podrá negarme este hecho. Portales tenía en su mano la suerte o desgracia de toda la República, podía disponer de ella a su antojo, sin la menor contradicción. Por lo menos contaba con los medios y todo se lo podía prometer de su gran influencia, de su talento y coraje; y ¿no le parece a Ud. muy triste, muy precaria, muy miserable la felicidad de un Estado que penda sólo de la voluntad de un hombre? Y de qué hombre: de quien teníamos presunciones muy vehementes para creer que se había de convertir en tirano detestable. Aun cuando no hubiera sido un seductor inmoral, como es público, sino un santo, el más virtuoso, todos debíamos temerlo. Salomón, iluminado por Dios y al principio de su reinado, de mayor rectitud que Portales, fué al fin un déspota cruel. Nerón mismo inspiró en su juventud grandes esperanzas y se presumía el padre de la patria. Es necesario no conocer al hombre para creer siempre invariable su conducta. Nó; no pienso del mismo modo que Ud. Como hombre, se me partió el alma al ver el cadáver de Portales; derramé sobre él lágrimas muy sinceras, hubiera dado mi vida por resucitar a este hombre tan grande, que nos prestó servicios eminentes, dignos de mejor suerte; pero como chileno, bendigo la mano de la Providencia que nos libró en un solo día de traidores infames y de un ministro que amenazaba nuestras libertades.

Ahora ya el Presidente tomará más respetabilidad; porque, a la verdad, antes no era sino como un tronco de roble, de quien nadie hacía caso. Las Cámaras cobrarán también más energía y popularidad, sabrán que han sido creadas para defender los derechos de sus comitentes y oponer algún dique ejecutivo, equilibrando los poderes. Todo, en fin, cambiará de aspecto, y yo solamente hago votos por que no haya derramamiento de sangre y por que cualquier innovación se haga observando las leyes y para el bien de la patria.

La guerra con el Perú no me parece tan necesaria. Podemos hacer alguna transacción honrosa y ventajosa para Chile, y en caso de que el Gobierno determine llevarla adelante, poco se ha perdido. El costo principal está hecho, sólo faltan hombres, y ociosos sobran en Chile. Si a Ud. le parece, proponga que me manden a mí de cualquier cosa. Yo moriré con gusto con tal que no abandonen después a mi mujer y a mi Virginia.

No sé cómo diga Ud. que entraba en los planes del Ministro mejorar la educación. Yo convengo en que esos serían sus deseos, mas no en que los medios que había adoptado fuesen los más a propósito. A Ud. mismo le he oído mil veces que se llevó luchando a fin de impedir la abolición del Instituto. ¡Quién sabe si Meneses y Bello se hubiesen salido al cabo con la suya!

Ya quiere amanecer y cuando duerma otra vez irregularmente continuaré sobre este asunto.

No crea Ud. que aquí hablo con alma nacida sobre cosas políticas. Don Domingo Espiñeira, de quien tendrá Ud. noticias, y un primo de él, son los únicos amigos que veo y trato y quisiera que no se fastidiaran de mí y estrecháramos cada día más nuestras relaciones. Exceptuando esto, a los demás los miro como mis mayores enemigos, ando huyendo de ellos y estoy violento el rato que paso fuera de casa. Se hila aquí muy delgado. Cada uno tiene las de Quico y Caco. Cosa que se va haciendo para mí insoportable. He aprendido más a vivir en un mes de Valparaíso, que si hubiera estado diez años en Santiago, y el que me ha enseñado y a quien lo debo todo es a don Domingo Espiñeira. Tanto por estas razones que son muy poderosas, por mi carácter franco y confiado como por otras muchas que escribiré después, deseo ardientemente que Ud. me haga el mayor servicio que también lo será para Ud. mismo, porque estará Ud. libre de mis majaderanzas. Este servicio que si Ud. puede sin perjuicio del prójimo es que se me traslade a Chiloé.

Lo he meditado mucho y veo que es lo más conveniente. Preferiría dos mil pesos en Chiloé a cinco mil en Valparaíso. Le hablo a Ud. lo que siento.

Sobre la batalla del Barón y los demás accesorios, quisiera escribir a Ud. largamente, pero temo que no se me crea. Yo lo he visto casi todo; si Ud. pues me tiene por testigo imparcial y verídico, avísemelo y cuando tenga lugar le referiré lo más mínimo.

Dispénseme los borrones no puedo escribir sin ellos al primer golpe y esta se ha alargado tanto que tendrá a bien dispensarme que ésta se la haya mandado así.

Mande Ud. a su amigo

 J. A. Álvarez.

 

 

Acerca de Annyhen

Magíster en Historia, Licenciada en Educación, Profesora de Historia, Geografía y Ciencias Sociales por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Académica de Universidad de Las Américas. Ámbitos actuales de desempeño: Aseguramiento de la Calidad en Docencia Universitaria, diseño curricular, acompañamiento académico, análisis del proceso formativo, evaluación de logro de perfiles de egreso, entre otros.
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